domingo, 31 de mayo de 2015

APENAS UN INSTANTE


Entre la muerte y nosotros hay apenas un instante. Para algunos ese instante tiene la duración de una vida, para otros, la de un suspiro. El hombre siempre ha razonado que el sufrimiento del hombre, ante la futura muerte, es doble. El hombre es acechado por la muerte desde el inicio de su vida siendo conocedor también de la certeza absoluta de que esa muerte se producirá de manera inequívoca.
Aquello que nos separa de la muerte es, paradójicamente, la vida. Pero la vida no es como una fotografía que captura la totalidad de nuestra existencia, si no como un juego de idealizaciones y proyecciones que nos facilitan retrasar la visión de nuestro final. 
Para que la vida sea vida se requiere de nosotros una omisión suprema, rechazar  la muerte sería ridículo, negarla es demasiado ambicioso e irreal. Lo único que nos queda es atravesar el camino inexorable hacia ese final con eventualidades y sucesos que nos permitan volverlo borroso y si acaso muy lejano. El secreto de la vida no consiste en demorar la muerte, si no en operar como si no existiera, conviene detenerse, revisar el arcón de las ambiciones prescritas y desempolvar aquellos asuntos que por desidia o exceso de rutina diaria hemos desechado. Es deseable que la vida se construya sobre ingenierías inmediatas, sobre como actuaremos para sortear el próximo escollo y, sobre todo, nunca contar los metros finales hasta la línea de llegada. La contabilidad de la vida es propia de cretinos, la prueba es que a los muertos siempre les ha sobrado mucho tiempo para hacer balances acerca de lo vivido.

















sábado, 23 de mayo de 2015

ESTACION DE LA DESOLACION


10 minutos de espera impaciente al borde del andén, con la vista fija en la lejanía, intentando discernir la llegada del tren, era lo habitual  cada lunes por la mañana para llegar a tiempo al trabajo y pasar toda la semana en ese pueblo que siempre había odiado por completo.
El trayecto es largo  y pesado, tres horas de trayecto dan para pensar una y otra vez en un bucle de pensamientos sin salida, observar al resto de pasajeros intentando descifrar sus vidas y cuando ya no quedaba nada más para matar el tiempo, sus párpados apoderados por el cansancio se cerraron entrando en un  sueño profundo.
Los pasajeros fueron bajando del tren en sus paradas y estaciones, y finalmente el tren se detuvo en una última estación, cuando por si solo, pudo despertar de aquel largo descanso. El tren llevaba horas estacionado, sin pasajeros, sin maquinista, sin revisor, sin nadie a su alrededor y como única compañía un silencio sepulcral. Caminando por el andén, mientras las hojas correteaban y bailaban al ritmo del aire gélido, ningún indicador, ni nombre de la estación o lugar, todavía aturdido de tantas horas dormido.  Con un paso ligero se dirigió al interior del edificio, todo seguía la misma armonía de desolación, ni en las viviendas de los trabajadores ubicadas en el mismo edificio había señales de vida. Tras esa pequeña inspección era obvio que lo mejor era regresar al tren y esperar la salida del retorno a la ansiada realidad. A cada minuto que pasaba más consciente era de estar inmerso en una dimensión desconocida, cuando ya de vuelta al andén el tren había desaparecido, no había nada ni nadie a quien consultar como salir de aquel angustioso lugar de ninguna parte que tanto seguía torturando su mente. 


















sábado, 16 de mayo de 2015

MASIA DE LOS ESPECTROS


Aunque camino por la sombra, los rayos del radiante sol de esta mañana consiguen filtrarse entre las hojas de los frondosos árboles de este bosque desconocido para mi.  Tras un buen rato caminando y entretenido con mi cámara, miro atrás y no distingo con exactitud donde me encuentro, ni por donde he venido y por supuesto sin saber a donde voy. Decido seguir a la deriva paseando a paso tranquilo y sin prisas, nadie me espera hoy y el reloj tampoco me acompaña.
Ante mis pies, el camino es recto con árboles alineados a ambos lados e invitándome a seguir hasta el final, donde ya diviso una gran casa Rural.


Ya en un claro del bosque se alza la gran casa, me acerco a la puerta, simplemente ajustada, y sin dudarlo ni por un momento, un paso ya me ha dejado dentro.
Observo a un lado y a otro, transito por el interior intentando entablar conversación, ¿hola?, ¿hay alguien?, nadie responde.




Mi curiosidad crece por momentos, y en la situación en la que otras personas hubiesen marchado a paso ligero dejando la puerta abierta de par en par, yo no puedo dejar de penetrar más y más en las entrañas de esta casa.
Inmune totalmente a algunas emociones que de manera constante me acechan, peligro, miedo, inseguridad, mi mente se apoya más en esas otras sensaciones: curiosidad, intriga, riesgo, investigar, descubrir y encontrar. 
Nada ni nadie da señales de vida y lo único que ya me preocupa son las fotos que hago con suma cautela dejando de prestar atención a esos ruidos de ventanas, puertas y corrientes de aire que intentan alertarme de una acertada retirada a tiempo.



Ya en el salón de la casa un golpe de intenso aire fresco desplaza las hojas en forma de remolino y a la vez acaricia mi cara. Un claro escalofrío se escapa desde mi interior, en un mísero instante y como respuesta ante notable estímulo. Aunque me ha parecido notar con algunos de mis sentidos una presencia de algo extraño, sin poder definirlo con exactitud y pese a que también puedo desestimarlo o dudarlo por completo. 


Muchas veces me han preguntado por mis fotos en este tipo de lugares, ¿alguna vez te salen cosas extrañas y sin explicación en tus fotos?. Siempre había respondido con una sonrisa y asegurando que nunca hallaba nada fuera de lo corriente. Pero hoy, aquí y ahora el destino nos ha puesto solos, frente a frente a los dos,  él ante mi, con mirada desafiante, un verdadero espectro mostrándose como dueño y señor de aquel lugar, y yo, como profanador de su eterna serenidad.


Por lo que me habían explicado, los espectros se manifiestan de manera reiterada en un determinado lugar, y con frecuencia, a la misma hora. Muestran una actitud distante, realizan siempre los mismos movimientos y las  mismas acciones, no intentan interactuar con los testigos, parecen ausentes de todos y ante todo lo que les rodea.
Parecen ser un fragmento del pasado que por alguna razón inexplicable se reproducen en un bucle de manera continuada y encallada en el tiempo.





Sigo solo, con mis pensamientos como única compañía y esforzándome en encontrar una explicación a esa visión de apenas un par de segundos e incluso convencerme a mi mismo, que  el cerebro y esa voz interna que siempre me habla, pueden haberme jugado una mala pasada, e incluso manipularme, y atreverse a llevarme a un estado de pánico.


En definitiva, una tontería como otras tantas, pero sin una clara explicación, sencillamente dejo de pensar en ello mientras subo por las escaleras al piso superior y cambio la batería de mi cámara. Eso si es extraño, la batería está totalmente agotada y muy pocas fotos he disparado hasta este momento. 


Cierro la tapa de la cámara y compruebo, perfecto, indicador de bateria al 100%, con todo esto ya estoy en el segundo piso. Por cortesia y educacion siempre me han enseñado a llamar o avisar antes de entrar en alguna casa o estancia, y por ello, esta vez enérgicamente, repito:  ¿hola?, ¿hay alguien?, por segunda vez nadie responde a mi llamada.
La primera habitación es dedicada a la plancha, seguramente se hacen remiendos de ropa, costura y  probablemente también se usa como trastero.



Andando por el pasillo entretenido ajustando parámetros de mi cámara para las próximas fotos, ya que esta zona de habitaciones parece más oscura.
Hago un giro de 90 grados y entro en la segunda estancia, alzo mi vista, y otra vez mi mirada queda aturdida y fija en los ojos de aquel, ser o no ser, manifestándose del todo intranquilo y lleno de angustia.




¿Acaso estoy asaltando su intimidad?, trata de razonar mi voz interna, sin parar de aconsejarme y sin dejarme pensar en otra cosa, lentamente retiro mi vista de sus ojos  y sin nada que alegar,  unos pasos atrás me llevan a la siguiente estancia.
Los fantasmas son apariciones de espíritus. Dicho con otras palabras, seres desencarnados que de manera aislada se manifiestan ante una o varias personas.  Se caracterizan por el deseo de comunicarse con el mundo de los vivos. Cuando sucede la aparición, los testigos afirman que el aparecido quiere interaccionar con ellos y comunicarles un mensaje.  Se manifiestan con un fin concreto.
Un dato curioso, por su continua repetición, es que en casi todos los casos, el espíritu se manifiesta con la apariencia con la que pueden ser reconocidos por sus familiares o amigos; o con la edad en la que se encontraban mejor en su vida física. Por ello, en muchas de las apariciones, el fantasma  es visto con un  aspecto rejuvenecido.



Bajo por las escaleras hacia la cocina, peldaño a peldaño, tranquilamente, conversando conmigo mismo y esta vez argumentando todo lo visto y sucedido. Llegando a la misma conclusión invariable a la que llego siempre, como callejón sin salida, No es posible, no es cierto!!! . 







Y cuando lo comente con mis amigos tampoco me van a creer, así pues, este secreto queda entre mi mente y yo, saliendo ya por la puerta dejando todo como estaba y al alejarme miro atrás, recalcando para mi interior, no es posible, no es cierto!!
Experimentados en estos asuntos me hablaron unos días más tarde de detalles como:

Según los testimonios recogidos, los fantasmas necesitan dar un mensaje de tranquilidad, advertir de un peligro al testigo e incluso para pedirle ayuda. Su aparición siempre tiene un fin.
El morir ni redime de los pecados en vida, ni convierte en Santos a los desencarnados, ni los convierte en seres malignos dignos de temor. Los espíritus mantienen la personalidad que tenían en vida, mantienen su carácter, conservan todos los recuerdos y conocimientos que adquirieron en su vida física.

Como consejo ante una aparición: No hay que tenerles miedo, suelen ser inofensivos, y su único objetivo es comunicar un mensaje.
La presencia de fantasmas suelen ir acompañadas de otros fenómenos tales como:
-  Campos electromagnéticos alterados.
-  Bajadas bruscas de temperatura.
-  Descargas  repentinas de baterías.
-  Poltergeist o movimiento de objetos.