domingo, 27 de septiembre de 2015

NAUFRAGIO ANONIMO


Saliendo de la taberna y de camino a casa, el cielo ya delataba una mar algo inestable para mañana, pero no muy diferente de lo habitual durante los meses de invierno. 
En la embarcación todo estaba preparado y solo quedaba dejar cinco piedras en el portal, a modo de aviso, para que el sereno a las cinco de la madrugada lo despertase como de costumbre.
Ropa de lana color azul marino, tupida y untada con esmero en aceite de linaza era la mejor prenda contra las inclemencias del tiempo en el mar. 
Mientras esperaba a los tres marineros que le acompañaban en sus faenas de pesca, encendía su pipa cargada de aquel tabaco del cual él desconocía su procedencia y que a la vez tanto le relajaba durante todo un día de duro trabajo en la mar.
Como si de un desafío a Neptuno se tratase, las olas y el estado de la mar iban empeorando por momentos. Genís ordenó seguir con la pesca y apurar al máximo el retorno a puerto. La navegación ya era muy complicada en un mar deshecho y en el que los marineros perdían el control de su propio equilibrio y el gobierno de la embarcación en manos ya de la deriva. Mientras, en el puerto, otros cautos pescadores que ya habían retornado, amigos y familiares, se amontonaban viendo ante sus ojos como aquella barca de pesca, la más importante del lugar, era incapaz de dominar aquella mar brava.
Los gritos desesperados de socorro no llegaban a destino, los cabos lanzados desde el muelle tampoco conseguían llegar a su meta, a los pocos minutos el barco pesquero con sus 4 tripulantes se estrellaban contra las rocas perdiendo la vida ante sus seres más queridos sin que nadie hubiese logrado hacer nada por ellos.
Sus cuerpos permanecen desde el 20 de Noviembre de 1900 en el cementerio, sin inscripciones en las tumbas, en lo alto de la colina del pequeño pueblo pesquero. 





















domingo, 20 de septiembre de 2015

HOTEL DE LAS CULTURAS


El cielo podía ser gris oscuro aviso previo de una gran tormenta que nunca llegaría, podia ser de un azul claro con un sol radiante, soplar un fuerte viento del norte llevándose por delante todo lo discordante, lluvias torrenciales con relámpagos dignos de admiración, y como no, el mar enfurecido algunas veces hacía llegar sus olas hasta casi humedecer el portal del pequeño hotel. Emplazado en un paraje salvaje gozando de un microclima diferenciado, donde este, se manifestaba según las necesidades de sus huéspedes en cada momento.
Paisajes más parecidos a escenarios y decorados que a la pura realidad que mostraba día a día aquel mágico lugar.
Aislado e ignorando todo lo artificial,  aquel lugar funcionaba sin pretensiones, sin prisas, sin reservas, sencillo, casero, siempre con un trato de suma educación y de sumo respeto con sus visitantes.
Punto de encuentro de pintores, escultores, escritores, músicos, poetas y nobles familias, todos ellos llegaban al lugar de una manera casual y por una atracción desconocida. 
En sus largas estancias se rebajaban a la sencillez del simple ser humano, como persona, de única importancia en aquel mundo natural, dejando a un lado lo importantes que podían llegar a ser en sus actividades diarias en el mundo real de sus vidas.
Recuerdo el día en que uno de los clientes habituales, con toda humildad, estando todas las habitaciones ocupadas, insistió en hospedarse en el hotel aunque fuese en el cuarto de plancha y servicio quedando cumplidas todas sus espectativas, hablo del famoso actor americano Henry Fonda.
El paso de las décadas, la evolución en la gestión inmobiliaria y la codicia de personas sin escrúpulos ha conseguido destrozar poco a poco tesoros de la humanidad como este. 
En la actualidad el hotel sigue regentado por las dos hermanas, ahora ya de avanzada edad, realizando con empeño el mantenimiento semanal, resistiendo a los ataques de la especulación inmobiliaria y de las administraciones, pero siempre fieles a su proyecto y propósito inicial.



















domingo, 13 de septiembre de 2015

ELECTRIC CONTROLS S.A.


Si, el nombre de la empresa ya indicaba las funciones que yo desempeñaría en la compañía el día que me contrataron para trabajar en la central eléctrica. Funciones de exhaustivo control de todos los comandos para domar ese gran invento llamado electricidad y que ahora al asomarme por la ventana puedo ver la ciudad iluminada a mis pies con todos los controles de esa maravilla de la ingeniería solo en mis manos.
La jornada laboral es tranquila y silenciosa, solo acompañado de mi conciencia, vagando por pensamientos aleatorios, hablando solo conmigo mismo acerca de algún tema banal y sin ninguna finalidad. Después de la ronda de verificación todo sigue correcto, como de costumbre y el aire que respiro ya vuelve a tener sabor de aburrimiento a la vez que los minutos y las horas parece que se detienen. Mejor me siento junto a una de las ventanas, leo un poco de aquella interminable novela a la espera de un desenlace alentador y entretenido. 
Tras un par de cabezadas me he quedado dormido profundamente, mientras un ligero olor a chamuscado se hace presente, chispas y algo de humo, un transformador ha sufrido una subida de tensión y ha quedado afectado dejando la mitad de la ciudad sin electricidad, un terrible apagón, afectando también a los suministros de agua, comunicaciones, transportes, etc...
La ciudad ahogada en un caos, en la oficina, el teléfono de vaquelita empezó a sonar con insistencia...