viernes, 30 de octubre de 2015

COLONIA GUELL


El desarrollo de la Colonia Güell se inició el año 1890 a iniciativa del empresario Eusebi Güell en su finca Can Soler de la Torre, situada en el término municipal de Santa Coloma de Cervelló, actual Comarca del Baix Llobregat. 
El interés por alejarse de los conflictos sociales existentes en la ciudad hizo que la nueva industria se plantease en el marco de una Colonia industrial; con las casas de los obreros al lado de la fábrica, integradas en la misma propiedad, constituyendo un núcleo urbano con personalidad propia y con su vida social y económica tutelada por la empresa. A diferencia de la gran mayoría de las colonias industriales de Cataluña, Eusebi Güell procuró mejoras sociales para los trabajadores y aplicó su condición de mecenas de la cultura. Por ello dotó a la Colonia Güell de equipamientos culturales y religiosos e incorporó la corriente modernista a las nuevas construcciones, encargando proyectos a diversos arquitectos y, concretamente a Antoni Gaudí la construcción de la iglesia. Los maestros de obra dejaron también muestra de su talento en muchos de los edificios, como puede verse en la variedad de las cornisas y de los detalles de las fachadas.
Las colonias industriales estaban concebidas como organizaciones socioeconómicas que tenían como finalidad principal la producción industrial. La fábrica ocupaba la mayor parte del tiempo de los hombres y las mujeres de la colonia y para ellos era la garantía de un salario regular en unos tiempos de precariedad económica. Aun así, con el paso de los años, el movimiento sindical y las reivindicaciones obreras llegaron a la Colonia. Al principio de la guerra civil la fábrica fue colectivizada y gestionada por los trabajadores. Acabada la guerra, fue restituida y la familia Güell, en el año 1.945 la vendió a la familia Bertrand i Serra. Durante los años siguientes, la Colonia continuó la producción industrial y mantuvo la personalidad del núcleo urbano diferenciado del pueblo Santa Coloma de Cervelló. Este último continuó creciendo en población y superó la de la Colonia en los años 60. La Colonia Güell se mantuvo al margen del crecimiento urbanístico desorbitado de los años 60 y 70 conservándose como una propiedad casi compacta que seguía teniendo como objetivo prioritario la producción industrial.
En el marco de la crisis del sector textil del año 1.973 la fábrica cesó su actividad produciendo un gran impacto social en la Colonia. Durante los años siguientes la propiedad se fué vendiendo: la fábrica en fracciones a empresas diversas, las casas a sus habitantes y los equipamientos y terrenos del entorno a instituciones públicas. En 1990 el conjunto de la Colonia Güell fue declarado Bien de Interés Cultural- Conjunto Histórico estableciéndose la protección de los edificios más relevantes así como de las características generales de la edificación. En los años del cambio de siglo XX al XXI, empezó la rehabilitación de los edificios de la fábrica, la iglesia, la antigua cooperativa y la plaza Joan Güell, así como la mejora de las pinedas del entorno. El año 2002, con motivo del año Gaudí, se construyó el nuevo aparcamiento para los visitantes y se implementó la organización del servicio de visitas al de la Colonia Güell y en la actualidad se celebra una vez al año una Feria modernista, con personajes de la época y rutinas cotidianas, donde tuve la oportunidad de hacer este reportaje.

Texto extraído de la web oficial de la Colònia Güell, http://www.gaudicoloniaguell.org/ca/historia/historia-de-la-colonia-guell


























domingo, 18 de octubre de 2015

AGUJAS, HILO Y TIJERAS


Don Remigio era una de las víctimas de la rutina más simple y repetitiva del ramo. Agujas, hilo y tijeras, suficiente para coser ropa en un taller clandestino. A sus casi setenta y dos años, él era el único hombre entre veinte mujeres, la necesidad le había obligado a buscar un trabajo para completar su escasa pensión. El que fue un sastre famoso, que hizo trajes para personajes importantes de la alta sociedad, ahora sobrevivía cosiendo pantalones baratos. La vida había sido muy cruel e injusta con él cuando se vio envuelto en un escándalo de sobornos a políticos  a cambio de contratos designados a dedo para confeccionar ropas para el ejército, personal sanitario y todo tipo de uniformes para funcionarios públicos. Aunque todo ello fue una conspiración contra él y un asunto en el que nunca había tenido nada que ver. Su sastrería quedó marcada para siempre y esas manchas en su prestigio borraron por completo todo aquel futuro dorado y prometedor que tanto había amasado a lo largo de los años apostando siempre por un trabajo honesto y de gran calidad.
Un irónico revés del destino, ahora trabajaba para un empresario sin escrúpulos, sin preocuparse por sus empleados, con una humillación constante y sin piedad, Don Remigio agachaba la cabeza por un mísero salario en el interior de un pequeño sobre de papel fino color anaranjado a final de semana.
Remigio!!!, ¿otra vez distraído?.... Tienes muchos pantalones por coser!!!...
Le recriminó el encargado en tono autoritario y descortés.