domingo, 19 de febrero de 2017

CARGADA POR EL DIABLO


Aquella noche cuando ya quiso acabar el largo otoño para dar paso al temido invierno, solo deseaba descansar, pero extraños sueños me perturbaban, en tres ocasiones desperté sudando como no me había sucedido nunca, un sudor frío me empapaba y se adueñaba de mis mandíbulas para golpearlas entre sí y llevarlas a titiritar sin control. Me levanté de mi camastro y miré por la ventana, la luna plateada iluminaba los campos y troquelaba las irregulares aristas del castillo iluminado sobre el negro horizonte. Desde mis pies a la cabeza un escalofrío intenso recorrió toda mi espalda como un relámpago, cuando recordé la extraña historia vivida aquella misma tarde en el jardín junto a los grandes rosales con sus espinas punzantes y recién afiladas. Rebrotaron en mi mente todas aquellas historias de apariciones de templarios de antaño, llegados de la lejanía de las tinieblas y que en su día se volatilizaron en la nada ante la presencia de las tropas de su Majestad. Ahora es absurda la situación en el interior del castillo, era angustioso pensar en intentar conciliar el sueño y a la vez me inquietaba la idea de empuñar un arma y guardarla escondida bajo la almohada como único recurso para mi defensa, quizás cargada por el diablo,  de las que cuando caen al suelo puede dispararse sola y soltar una bala perdida sin un destino asignado. Por mucho que razonaba no alcanzaba comprender el cúmulo de sucesos sucedidos en los últimos días. Revoluciones y revueltas, recelos y reproches, acusaciones y defensas, delatar e incriminar, todos convertidos en individuales y egoístas defensores de nuestras vidas, a partir de ese momento ya nadie era de fiar en los pasillos y recodos del castillo.






















Gracias a la colaboración de EMMV Films. Realización y edición de vídeo con Drone. 
© EMMV Films, Todos los derechos reservados.

miércoles, 8 de febrero de 2017

GELIDA PIEDRA


El tiempo, distancia y muerte no te arrancarán de mí, esposo, guardo tu recuerdo hermoso. Ni dormida ni despierta puedo verte. En mi desgraciada suerte ando tras la muerte en pos, y aunque es ofender a Dios, imploro dolorida: quíteme usted señor la vida y nos reúna para siempre a los dos.