HANGAR RENFE - 100

Relegado al olvido quedo, rezagado en la última vía de la última estación del último pueblo de la comarca. Partieron los últimos trenes, los que se alejaron para no volver, los que ahora eléctricos transitan de rutina en rutina, pero vivos.

Yo quedé en aquella última estación como la máquina cargada de carbón de aquel ferrocarril, con mis mecanismos oxidados y mi promesa vacía. Quedé varado sin marea, como el barco encallado en la arena, ya lejos del mar, tanto que nunca me alcanzará de nuevo aquella marea; como los vagones sobre tierra, sin vías que predeterminen una decisión de destino.

Ahora sin dirección tan solo observo en una placidez la soledad de la estación y el leve cosquilleo que me inspira el aleteo continuo de las hojas de los árboles, una certeza sobre un nuevo horizonte.

Me están desguazando en la propia estación, me desnudan tornillo a tornillo, pieza a pieza. Ya tan solo queda un botón en la camisa para pasar de nuevo a otro invierno. Y cada tren eléctrico ya no es la promesa de llevarme, o de traerte.

Quedé rezagado en la última estación en la que me viste, en la misma en la que nos despedimos, en la misma en la que me prometiste volver y yo esperar.