Prepara, mide, sierra, lija, encola, ensambla, pule, barniza, eran algunas de las tareas que se realizaban en este taller de ebanistería cada día. Se pasaba de un paso al siguiente después de comprobar que todo estaba perfectamente realizado con un cuidado excepcional de los detalles y algunas veces inapreciables a simple vista. Por otro lado las horas empleadas no se tenían en cuenta, ni los materiales fungibles, siempre eran usadas como materia prima maderas de primera calidad independientemente de su precio y nunca se confeccionaban presupuestos ya que no era necesario. El ebanista no llevaba ningún tipo de contabilidad para controlar los costes de sus trabajos, más que nada, no le interesaba ni motivaba ese aspecto, para él era mucho más fácil calcular el precio que debía cobrar a sus clientes por el trabajo artesanal de alta calidad que realizaba. Los importes a cobrar los calculaba en base a la satisfacción que el consumidor recibía al ver su encargo transformado en una maravillosa obra de arte y que siempre superaba las expectativas de sus clientes. Debo deciros que en aquellos momentos de entrega y recepción de la obra terminada las satisfacciones eran mutuas por ambas partes, y nunca hubo una reclamación ni comentario negativo en contra del virtuoso artesano e incluso había clientes que le encargaban trabajos de manera habitual, como el señor del Castillo de las Lociones, solo por el ansia de asegurarse gozar, en el futuro, de un placer y una alegría especiales.
Así pues, en realidad, su verdadero trabajo se centraba en hacer llegar continuas satisfacciones a sus clientes, siendo él el único consciente de aquella dichosa misión que tanto le llenaba de felicidad.
Gracias a Bruna Bananax, Rafel y Josep Maria, por la colaboración desinteresada en este reportaje.
Intento imaginar a una persona con ese objetivo: satisfacer al consumidor con su trabajo y cuánto me cuesta ponerle cara. Quizá ese rasgo la hacía tan especial y de ahí provenía la magia de sus obras. Excelente trabajo nuevamente, Jordi.
ResponderEliminarSi,,, realmente cuesta ponerle cara aun individuo que no tendría futuro en nuestra sociedad,,,, en aquella época ya estaba en peligro de extinción!!!
EliminarUn saludo
Jordi Vall