Son las 8.00 de la mañana, pronto pasará a recogernos el autocar escolar, a mi y a mis hermanos. Todos estudiamos en el mismo colegio religioso de educación rígida y severa.
Al bajar del autocar aun quedan unos minutos para corretear por el patio, hasta que el reloj presidencial de la fachada, indique la hora de entrada y siempre acompañada del sonido enérgico de la campana de bronce del director, Don Elizondo. Dicen de él, que hace años, en un día de celebración de fiestas tradicionales del colegio, algunos pudieron verlo sonreír unos escasos minutos.
Con el sonido de esa campana el silencio se apodera de nosotros, nos transforma y de manera ordenada subimos a las aulas.
Hoy es miércoles, y como cada semana, toca misa en la misma iglesia del colegio, unas oraciones, confesarse y comulgar. Cada día la misma rutina de rigidez, inflexibilidad e incomprensión, sin poder alegar nada por miedo al castigo injusto y desmesurado.
Tantos años más tarde las agujas del reloj han quedado muertas, acompañadas de todas las ideas de ese proyecto educativo no adecuado, erróneo, obsoleto y en estos momentos abandonado por completo.
Y yo hoy, pasados 40 años desde aquellos días, trato de explicarte, como los años no borran las huellas de aquellas vivencias que han quedado grabadas en mi memoria como un recuerdo de un recuerdo para siempre jamás. Y tu?, tienes recuerdos olvidados, residentes en tu memoria, y que tu no seas consciente de ello?.
Muy guapo el report, un lugar de sobra conocido, pero con tu toque, me ha gustado, sigue así, compañero.
ResponderEliminarSaludos tu compi de cámaraenristre!
Gracias Selene!!!,,,, si, es cierto, quedan detalles y su visita es recomendable.
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