domingo, 21 de diciembre de 2014

TALLER DE LAVADORAS


Todavía faltaban un par de horas para que el sol empezase a proyectar unos tímidos rayos de luz sobre la ciudad, aún así, era el momento de descender por las escaleras a la parte baja de la casa, allí se encontraba el taller que poco a poco, Antonio y su hermano, fueron acondicionando según las necesidades de los trabajos que realizaban.
Hoy era un día muy importante y esperado, hoy llegaba  una gran máquina, moderna y de gran precisión para la época, se trataba de un torno mecánico industrial. Las piezas a mecanizar se fijaban en el cabezal rotatorio, se hacían girar a grandes revoluciones mientras unas herramientas de corte se empujaban con un movimiento regulado de avance contra la superficie de la pieza rebajando el material mediante virutas y dar la forma necesaria a la pieza en fabricación.
La gran máquina no entraba por la puerta y en ese mismo momento hubo que apresurarse a tirar una pared lateral del local para poder ubicar el torno en el lugar más adecuado y luego volver a rehacer el tabique.
Los dos hermanos eran personas muy apreciadas por las amas de casa del barrio, concretamente por su ayuda a liberar a las personas de la pesada carga de limpiar la ropa a mano. 
Con sus conocimientos de mecánica y electricidad diseñaron y fabricaron, en su taller, lavadoras eléctricas sin nada que envidiar a las de otros importantes fabricantes del mercado. 
Ellos mismos también realizaban las reparaciones de las lavadoras que vendían a sus clientes. Eran unas máquinas sencillas y de una gran durabilidad. Existía un cuerpo que hacía de soporte del tambor, un reten para evitar fugas de agua, un motor eléctrico, unas poleas, una correa y un interruptor. El boca a boca, las rápidas reparaciones ante posibles averías, como el cambio del reten cuando este dejaba de ser estanco y provocaba la fuga del agua, hizo que durante largos años su dedicación principal era en exclusiva a la fabricación de lavadoras de manera artesanal y por encargo haciendo una dura competencia a grandes multinacionales en algunos barrios de Barcelona donde fueron los reyes de la comercialización de lavadoras.

En el siglo XIX, aparecen las primeras lavadoras de madera y accionadas por manivelas.
1851, James King, un inventor de estados unidos patenta un modelo dotado de tambor rotatorio.
1908, La Hurley Machine Company de chicago (estados unidos) empieza a comercializar lavadoras eléctricas.
1911, Aparece la Upton Machine Company, luego rebautizada como Whirlpool en 1950.
1958, AEG patenta la primera lavadora automática.
1961, Antonio y su hermano fabrican las primeras lavadoras en su taller de Barcelona, en 1965 fabrican las últimas unidades, ya que salen al mercado las primeras lavadoras automáticas. También las malas intenciones de un policía corrupto, que intentaba cobrar comisiones fraudulentas, acabó por hacer desistir de seguir con el proyecto de aquel taller de lavadoras.
1966, Balay es la primera empresa que comercializa lavadoras automáticas en España.
1990, Se empiezan a comercializar los primeros modelos dotados de programas para funcionar con distintos tipos de tejidos.
2008, La Univrsidad de Lees (Reino Unido) patenta una lavadora que solo hace uso de un vaso de agua para funcionar. Para ello usa un granulado de plástico que limpia la suciedad.

















domingo, 14 de diciembre de 2014

DEFENSA PRIVADA


Vivimos unos tiempos inseguros, en muchas situaciones actuales de la vida y una de las que nos preocupan es la inseguridad ciudadana, más temida en algunos rincones rurales. El granjero ya fue intimidado varias veces y su escopeta de perdigones ya de poco le servía. Incluso la policía local también le había avisado que las armas mejor no tocarlas y que velar por los ciudadanos era asunto del cuerpo de policía. Estudió la posibilidad de instalar una alarma en su granja, pero en el momento de sonar la sirena, como el lugar era perdido, su eficiencia era nula. Avisar a la policía tampoco era una gran idea, un largo tiempo de espera hasta que hacían acto de presencia y eso si no estaban jugando al dómino en algún bar de pueblo de la comarca. Una noche tuvo una brillante idea, hacerse con un escuadrón de aviación puntera, así localizar desde el aire todo aquello que pudiera ser sospechoso y en caso de apuro disparar algún misil sin piedad contra los maleantes que le acechaban. Los aviones llegaron en una mañana soleada, eran tres cazas de combate soviéticos, un MIG-23 todavía en uso en algunos países, MIG-21 fue usado en la guerra de Vietnam y el MIG-15 fabricado en 1948.
Ya con los aviones de combate al pie de la puerta de casa y listos para despegar de inmediato en caso de emergencia, solo quedaba un pequeño detalle por resolver:
Y ahora?, como debo hacerlos volar?, se preguntó el granjero.
Y  aquellos aviones que de tantas guerras salieron airosos siguen a día de hoy estacionados, en el campo donde sale a pastar, cada tarde,  el rebaño de ovejas del granjero y todo ello sin cumplir las expectativas de seguridad de aquel humilde hermitaño.











lunes, 8 de diciembre de 2014

MASIA DE LA CÚPULA


La jornada empezaba con el amanecer, justo cuando el sol se asomaba por la ventana de mi pequeña habitación, había que apresurarse, el capataz era muy puntual y normalmente ya estaba en el patio esperando para hacer recuento de los jornaleros.  Una vez hecho el recuento y comprobado que nadie se había quedado durmiendo, subíamos a los carros tirados por caballos  adentrándonos en las fincas del terrateniente. Ya en los viñedos se trataba de recolectar la uva y cargarla en los carros, luego todo era depositado  en la masía esperando el siguiente paso en la producción del mejor vino de la comarca.
Llamada la "Masía de la cúpula verde", allí era donde entraba la uva y salía en barricas de vino con destino a los más prestigiosos establecimientos del mercado. En el patio habían las viviendas de los jornaleros, donde se encontraba mi estancia, paredes de color azul celeste, con una ventana, un camastro, una mesita y una sencilla silla. No echaba en falta nada más, el trabajo nos tenía ocupados todo el día sin descanso, excepto para dormir lo justo y sin conocer lo que era una festividad.  El capataz, a todo este proceso de elaboración del vino y con todo lo que comportaba, le llamaba “vendimia”, desconozco de donde sacó esa palabra  y su real significado. A mi modo de ver eso era una manera de subsistir.
Hoy era festivo, y en días como hoy, era muy probable que  mientras los dueños y sus distinguidos invitados bailaban al compás de la música bajo la gran cúpula, los jornaleros, al compás también de la música prensaríamos la uva sin parar en el piso inferior y  hasta bien entrada la noche.
En esos días, acompañado de música, siempre  intentaba imaginar como era la gran sala de la cúpula, aunque me hubiese gustado, nunca llegué a verla.