jueves, 20 de julio de 2017

RECHAZO MUTUO


No lo solicitó como un favor, lo exigió con esa mezcla de autoridad en el gesto y firmeza en la voz que tienen las ordenes mal disimuladas en un halo de hipócrita cortesía. Otra vez lo mismo, pero a su vez distinto y repetitivo día tras día. Parecía que disfrutaba, su figura de jefe no paraba de crecer, hasta que algún día podría simplemente abarcarlo todo. Basta un pequeño error, un paso en falso, pensaba. Sin embargo, el jefe se retiró sin mirarlo siquiera. Cuando concluyó la ardua tarea encomendada se quedó contemplando la ventana, mirando a través de ella con los ojos aturdidos en una imagen lejana, omnipotente, sopesando variables, decidiendo, soberbio e impasible.
—¿En qué estas pensando? 
—le preguntó un compañero, algo extrañado, al verlo tan absorto contemplando la ventana, con aquellos ojos vacios, fijos sobre una imagen lejana, vidriosa.
—Nada
—se limitó a responder tímidamente, sin mirar a su antiguo compañero de tareas.
—¿Otra vez una fantasía recurrente?
—Sí, contestó, y apenas se limitó a sonreír como respuesta.
Su esposa en el dormitorio, después de preparar el café de cada mañana, lo halló tendido de espaldas sobre la cama, con su rostro vuelto hacia arriba y ambas manos cruzadas anudadas en la nuca; los ojos clavados fijamente en el techo atravesándolo hasta posarse en la visión de una imagen lejana. 
—¿En qué piensas? 
—preguntó intrigada la joven y hermosa mujer, al verlo tan absorto contemplando inmutable el techo de la habitación, con aquellos ojos vacíos, fijos sobre una imagen lejana, vidriosa.
—Nada
—se limitó a responder, como siguiendo su fiel costumbre.
—¿Otra vez una pesadilla recurrente?
—Si.
—¿Por qué no dejas en paz a ese pobre muchacho de la fábrica?
Y el jefe apenas se limitó a sonreír como respuesta sin mover la cabeza.
El día se escurrió entre reuniones extenuantes e informes cargados de malas noticias, como un oráculo que toma forma parte de algo tantas veces ignorado. Tuvieron la dignidad de no cruzarse en ningún momento, como parte de un pacto o una tregua indiferente. Al final de la jornada una tenue luz asomaba a través de la puerta entreabierta de la oficina del jefe. Los pasos sigilosos quizás nunca fueron caminados; pero puedo confesar que el golpe fue certero y fatal.   


























viernes, 14 de julio de 2017

TALLER MULTIMARCAS


En la gran nave de espacio diáfano, lo único que queda está desmenuzado por los trabajos inacabados del tiempo alterno, vehículos inservibles, resultados de historias no deseadas y anónimas que un tal Sr. Laglasse ha dejado arinconadas con la idea de sacar provecho en el incierto futuro después de la actual crisis financiera. En el taller contiguo solo retazos mecánicos, traumatismos cronológicos de metal que han quedado a la deriva y estridentes sombras que intentan salir de la prisión en la que se encuentran inmersas. Pelirroja, con un cuerpo suave de poliuretano, me mira desconfiada con ojos pícaros desde su altar ceniciento bajo el fetiche de un calendario Pirelli de mil novecientos ochenta y dos. Le confieso que no es así, que de las sombras todo resurge de la oscuridad recobrando la envidiada vida de antaño, me dice con un susurro provocador. Aunque mi entrada en escena sin duda ha interrumpido algún secreto larvado entre ella y los dioses que cohabitan en el vestíbulo del infierno y no dejan de invitarme a desistir de mis intenciones intrusas. Todo aquel material descompuesto está a punto y a los efectos de consumar la magia acompañada de un viejo opel omega disimulado bajo una lona y de un Renault en fase de descomposición del cual no recuerdo el modelo. Más allá grasientas mesas de trabajo donde duermen en la eternidad: tornillos huérfanos, piezas obsoletas, cámaras de aire y herramientas sumidas en un silencioso lamento de sedimentos de lubricante. De fondo, el tintineo de una cadena que cuelga del manillar oxidado de una bicicleta distorsiona mi conciencia y me confunde. El Sr. Laglasse es sin duda un gran coleccionista de objetos inservibles a quien todo aquel ejército de pequeños objetos rinden homenaje y pleitesía. según puedo entender, entre silencios y sonrisas irónicas, tal vez este lugar es tan sólo la entrada a un universo paralelo a la realidad y del que todo me es desconocido. Un mundo en el que se puede distinguir en la más debil penumbra el fértil desvelo del rostro de una muñeca, la encantadora sinfonía de un disco de vinilo surcado por el brazo poderoso de una gramola, colecciones de coleópteros atravesados por finas agujas, lámparas de araña con el arco iris atrapado en sus cristales, botellas de vino de Burdeaux, libros incunables, cuberterías de plata para adorno de cajones siempre cerrados, motocicletas derramadas de kilómetros e incluso viejos vehículos que nunca se dejaron abasallar por la bruma del miedo a la velocidad. Estos son los grandes tiempos en que se premia con la ansiada calidad manual, analógica y con la suavidad de un pañuelo de seda. Siento como la confusión crece en mí y con ella, la curiosidad de descubrir y la incredulidad repartida en sendas partes totalmente iguales. Pasa a mi lado, con la cabeza alta, ignorando mi presencia, es el Sr. Laglasse vestido con un traje negro y un sombrero de fieltro a la moda más actual. Sin más, se situa en el centro de aquel espacio diáfano y tras dar tres palmadas los viejos automóviles que mostraban su fatigado desahucio, lucían ahora esplendorosos junto a otros surgidos de la nada: Un viejo Dodge negro reluciente cuyo motor bramaba encendido con un sonido del peculiar rodaje por realizar. Todo ello es escenario de historias que han ocurrido y que al otro lado de la línea de este mundo nadie recuerda. Inquieto, impaciente, intento identificar toda esta jungla de reliquias que brotan de una magia improcedente. Sorprendido sin saber como, me veo rodeado de miles de objetos, curiosidades, enseres de la más variopinta naturaleza que han aparecido por medio de un ensalmo sin duda endemoniado dando vida al entorno abatido y caduco. Mi voz interior me indica que debo centrarme, es una extravagancia más de mi imaginación enfermiza y engañosa que me imvade y me recorre por dentro. Es una lástima que el pacto firmado sea tan claro, la sensación de que todo lo que cuento simplemente no ha ocurrido y es posible que luego ni siquiera sea capaz de recordarlo. Por eso tan sólo debo explicarte que esta noche nada de lo que cuento es de una certera realidad. Con un gesto marcial, los anfitriones, me indican la salida sin retorno, el tiempo prometido ya se ha extinguido. Entre mezclas de sueños y recuerdos de mi memoria, pasadas unas décadas, volví al inhóspito lugar misterioso con posibilidad de viajes astrales a otros mundos paralelos y todo seguía igual tal como lo dejé.



























Gracias a la colaboración de Ricardo Fernández Begué.

jueves, 6 de julio de 2017

ASESINO DE UNA SEGUNDA PIEL


Aunque yo era considerado el mejor curtidor de pieles de la provincia, con el mejor salario de la pequeña fábrica, no podía con él, no lo soportaba, hasta le odiaba con desbordada pasión y algunas veces la enajenación transitoria me podía conducir a unos centímetros más allá de la realidad.
Cuatro horas más tarde el equipo de investigación de la policía había concluido la inspección ocular del lugar, sin rastro alguno, muy pocos datos que pudieran aportar información significativa al caso, ni huellas, ni tarjetas, ni colillas,  ni nada que perteneciera a un posible sospechoso, ahora había que proceder a realizar la autopsia del cadáver de la víctima para determinar las causas de su muerte. Era una persona muy querida en la ciudad, se descartaba totalmente la posibilidad de enemigos en su entorno de amistades, compañeros y familiares, ¿un ajuste de cuentas quizás?, ¿y el motivo?, una noticia inesperada y sorprendente, desde luego. Todo empezó con una desaparición de cinco días, el cuerpo fue hallado esta mañana en la parte más inhóspita de un bosque de la comarca. 
Tras no hallarse indicios de daño físico estaban frente a un homicidio minuciosamente planificado con mucha antelación, estaba muy claro, antes de actuar se habían atado todos los posibles cabos sueltos. Una opinión era común dentro del cuerpo de policía: otro caso abierto donde el asesino seguramente está entre el entorno de la víctima desempeñando un magnífico papel de disimulo que habrá que desenmascarar con tranquilidad.