miércoles, 31 de mayo de 2017

EXTENSION DE LA ESCUELA


Generalmente me tomaba los deberes escolares como una gran pesadilla, era como una extensión del suplicio de la escuela para continuar con ese martirio en casa, una secuela que cargaba en mi mochila cada tarde al salir de la escuela.
La actitud de mis padres era muy diversa, mi padre me ayudaba hasta el punto de hacer directamente las tareas a toda prisa sin explicarme nada de nada. Mi madre, por lo contrario, se despreocupaba pensando que ese era un asunto entre la escuela y yo, justificándose para evitar intervenir.
Las dos actitudes no eran correctas ni acertadas. Los deberes son para asimilar las enseñanzas recibidas, ayudan a aceptar de manera libre las responsabilidades y concebir la cultura como un objeto para su propio provecho.
Lo cierto es que no conseguí nunca ni tener un espacio adecuado para hacer esas tareas escolares que siempre odié y las distracciones eran muchas dentro de casa, entre ellos mi fiel gato siamés.
Lo mio siempre fue las reuniones en la plaza de la esquina y el callejear con los amigos de la calle y de los cuales ni me importaba conocer sus apellidos, donde vivían o quienes eran sus padres.
A lo largo de los años, después de una larga y difícil adolescencia ya no había vuelta atrás, ya andaba trapicheando con pequeños negocios fraudulentos de la calle, sin pensar en el futuro ni en el pasado, solo viviendo en el presente más inmediato.
En aquella época ya me llamaban "carne de cañón".





















martes, 23 de mayo de 2017

¿QUE ES UN GRITO?


¿Qué es un grito?, algunas veces es tan solo una mirada al dolor del que nadie se percata, quizás una exclamación ahogada en un mar de silencio desde hace décadas. Por mi parte, grito más veces de las que me gustaría admitir, aunque por suerte o por desgracia, nadie es consciente de ello. Cada día mí cuerpo y mi mente gritan, gritos que no llegan a ningún destino del presente, claman por la libertad de la que tanto presumo, pero la cual realmente no poseo. Prisionero de estas paredes y aunque ni tan siquiera hay cristales en algunas ventanas, estoy atrapado, mi boca no emite sonido alguno, esboza una caricatura de esfuerzo intentando emular un gesto visible y contundente, obteniendo un resultado cuanto menos que nulo. Esta ciega situación ha derivado sin duda del sentimiento de soledad que cohabita conmigo, si bien recuerdo, esto me sucede desde los inicios del siglo pasado. Todavía recuerdo como si de una brisa fresca de primavera se tratase, aquellos fugaces instantes en los que fui completamente feliz en la plenitud de esta mansión suntuosa. A mi memoria acuden traicioneros fragmentos de aquella alegría y las promesas de vivencias futuras colmaban mis sentidos, provocando que las pupilas de mis ojos se dilataran, como víctima del consumo de sustancias alucinógenas. Y es que no hay droga más adictiva que la euforia de la juventud. Ahora, de esas fragantes llamas, tan solo quedan los restos en los recodos de las esquinas, un pedacito de mi muere  viendo salir el sol cada día, estrella culpable de emitir la luz encargada de esclarecer el paso del tiempo. Diría que aunque soy una criatura nocturna, ya no puedo esconderme en la oscuridad, beneficiarme de la complicidad que me otorgan las sombras, pero ninguna me indica el camino a seguir para salir de esta soledad en la que me hallo sumergido. Aquí estoy, me imagino pálido y  más delgado de lo aconsejable, no dispongo de cuerpo, soy algo efímero, inexistente, un ente viviendo en mi cárcel donde solo yo soy mi único verdugo. La frustración carcome por dentro cuando tú eres tu propio enemigo, causante de todas las derrotas, sin poder esconder los puntos débiles, esta etapa está siendo una vida realmente dura. Soledad es una palabra compuesta por siete letras, igual que sonrisa, siete letras, y revisando mis recuerdos no consigo recordar a nadie que pudiese soportar su soledad con una grata sonrisa.
Respondiendo a mi pregunta inicial, un grito puede durar un suspiro, pero también puede prologarse toda una eternidad, y tanto tiempo alzando la voz desde el vacío de mi corazón no me hace ningún bien, quizás ha llegado el momento de darle un respiro, de dejarlo descansar, tampoco importa cuanto he elevado la voz, nadie va a poder escucharme nunca en esta encallada transición sin desenlace.