Los domingos por la tarde tocaba partida de ajedrez, tras unas pocas jugadas ya pude soltar con decisión aquella maravillosa frase que tanto me gustaba: "Jaque", por el momento, con un simple movimiento mi contrincante pudo salir airoso de mi impasible ataque.
La partida siempre quedaba interrumpida por unos 15 minutos, como si se tratase del correo del zar, 50 km/h era la velocidad máxima que alcanzaba mi vespino de color granate metalizado. Tenía que darme prisa para llegar al punto de encuentro, a medio camino de otro pueblo cercano, y canjear las cajas metálicas con forma de disco que transportaba en mi mochila y volver a toda velocidad.
Al entrar por la puerta, las preguntas habituales: ¿todo bien?. ¿la has traído?.
El público ya estaba impaciente y gritaban con energía:
"Que empiece ya que el público se va,
que empiece ya que el público se va "
Mientras, en la sala del proyector, la segunda película de la tarde, recién canjeada con el pueblo vecino ya estaba preparada para ser proyectada después de una carrera a contrarreloj.
Todo está correcto!, Play!, y todo quedaba tranquilo de nuevo para seguir con la partida, que como de costumbre, semejante ajetreo conseguía que yo olvidase mi estrategia inicial, a la vez que escuchaba en voz de mi adversario...... "JAQUE MATE"!!!!