domingo, 21 de octubre de 2018

FRUTA CADUCA


Esta mañana se me ha hecho imposible vivir y ya he decidido nunca más volver a dormir envuelto en una mezcla de hedor a fruta caduca, flores marchitas y alimentos podridos, todo ello apilado por el descuido paulatino del día a día y año tras año. Al despertar junto con el amanecer oscuro he tallado mi nombre en la astillada pared de madera más cercana a mi camastro, con la única intención de no olvidar mi propio nombre y dejar una señal de mi existencia pasada. Mañana ni tan siquiera me despedirán breves frases en los periódicos locales, estoy conforme, nunca he perseguido ni un instante de gloria pasajera, me conformo con el silencio que dejan las velas cuando se apagan. Allí fuera todo tiene precio y aquí a mi alrededor hace mucho tiempo que nada ni nadie tiene precio ni valor alguno, ni aún siendo protagonistas de la más brillante subasta. Simplemente he quedado inmerso en la cruda realidad no virtual del olvido indefinido y sin retorno. Es otro mundo paralelo y vivido en segundo plano, en el cual, Simplemente, ya hace años que vengo confirmando que ya nadie me tiene entre sus recuerdos.